lunes, 15 de diciembre de 2008

LA ENSEÑANZA



La educación era un bien muy preciado por el pueblo musulmán. El acceso en Al-Andalus a una educación elemental estuvo al alcance de una buena parte de la población a través de las escuelas coránicas donde desde los seis o siete años se aprendía a leer, escribir, recitar el Corán y nociones elementales de matemáticas. El sistema de aprendizaje estaba basado en la transmisión oral y en la memoria, tanto por la escasez de libros como porque así habían sido las primeras enseñanzas del Profeta.
Estas escuelas, presentes tanto en ciudades como en pueblos, eran particulares, siendo las familias de los niños las que pagaban a los maestros. Las clases acomodadas disponían de tutores particulares.

Mucho más restringido era el acceso a la madraza, verdadero embrión de las universidades europeas. En ellas los maestros más reputados impartían lecciones de gramática, poesía árabe, matemáticas, astronomía, medicina y ciencias naturales, aunque lo más importante era el estudio del Corán y las tradiciones del Profeta. Al finalizar estos estudios se recibía un diploma que autorizaba a transmitir el saber aprendido.

De las grandes madrazas que se erigió en Al-Andalus (1349) fue la de Málaga, a la que siguieron las de Granada y Zaragoza, ésta última dedicada casi en exclusiva a la enseñanza de la medicina. Todavía a comienzos del XVI se impartía en lengua árabe. Córdoba, centro mundial de la cultura, llegó a tener tres universidades, 80 colegios y una biblioteca con 700.000 volúmenes manuscritos.

Sabemos que la mujer en Al-Andalus disfrutó de mayor libertad que en el resto del mundo de su época. El acceso a la educación permitió que algunas de ellas destacaran en la cultura.

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